domingo, 30 de diciembre de 2018

El Hiyab: A favor


El Hiyab es un código de vestimenta islámica que establece que debe cubrirse la mayor parte como símbolo de modestia y privacidad. 
Dependiendo del enfoque se se manifiesta con distintos tipos de prendas, según zonas y épocas. El más usual es el velo musulmán. 

Primigeniamente el Corán se refiere a “la mirada, la marcha, la ropa y los genitales” tanto de hombres como de mujeres”.

A pesar de las postura más radicales, fundamentalistas y mediáticas, la mayoría de los musulmanes creen que el mandamiento de mantener la modestia debe interpretarse en relación con la sociedad que lo rodea. Lo que se considera modesto o atrevido en una sociedad puede no ser considerado como tal en otro. Es importante, dicen, que los creyentes lleven ropa que comunique modestia y reserva.

Paradójicamente para la cultura occidental, mostrar el cuerpo es símbolo de libertad. Sin embargo, en la cultura islámica mostrar el cuerpo se relacionaba con la condición de mujer sometida al hombre. Usarlo denota sumisión a Dios, es decir, sólo se pertenece a Dios y no al hombre. Este es el origen de hiyab aunque con el auge de los fundamentalismos perdiera gran parte del sentido original. 

En resumen se trataba de un código patriarcal que denota cierta “respetabilidad”. Es un código de origen patriarcal al igual que otros tantos de nuestra propia estructura social occidental. Es un aspecto de la cultura musulmana muy discutible al igual que muchos elementos de nuestra cultura. Visto desde nuestra cultura es difícil de entender pero no por ello pienso que debiéramos prohibirlo o cosas por el estilo. Si una mujer decide libremente llevarlo por muy machista que me parezca a mí, ¿quién soy para prohibírselo? 


Acaso a alguien se le ocurre prohibir el uso de la falda, tacones, maquillaje o incluso prácticas contrarias a la salud como la depilación, etc. Acaso todo esto no es otra forma de dominación encubierta en una falsa liberación. La presión en la cultura occidental por resultar atractivos y atractivas es cada vez mayor. Esa obsesión constante es una forma de esclavitud y esconde intereses muy poco dignos… incluso contrarios a los derechos humanos.

Yo pienso que la “solución” está en generar conciencia crítica colectiva a través de enfoques comunicativos, el contraste y la tolerancia de diferentes culturas y opiniones a través del enriquecimiento MUTUO que supone la existencia de diferentes perspectivas. Después que cada cual actué de forma libre o responsable, derecho que por cierto, está por encima de el uso o no de un símbolo. Dejemos de homogeneizar a “imagen y semejanza” como si nuestra cultura fuera más justa y empecemos a ser críticos no sólo con otras culturas.




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