Ulises y Penélope, en sus continuos procesos de territorialización y desterritorialización, uno agobiado por su exceso de presencia, la otra tejiendo por el día para deshacerlo de nuevo por la noche. Ulises anhelando la máquina célibe a sabiendas de que Penélope estará en casa cuando vuelva, y Penélope alimentado día a día esa imagen de amor... en esta maldita simbiosis que nos atrapa a aquellos que naufragamos recurrentemente en el amor romántico. Puede que haya otra forma, una nueva suavidad lo llama Suely Rolnik.
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